
Era el hombre sin temor quien gobernaba aquel pueblo feudal, un hombre que con su mirar disipaba el mal, no había mejor remedio que su consejo aceptar. Palabras justas y elocuentes que profería al andar.
Hombre siempre erguido, conocido en sus negocios, reconocido el seno de su hogar.
Miraba el campo y trazaba el futuro, contemplaba a su gente y la hacía crecer.
¿Cuál es su secreto? -preguntaban algunos.
Temor -respondían los otros.
Asombrados entre ellos corrieron a preguntarle. -¿El hombre sin temor le teme a algo?
-Su respuesta fue -Gobernar es mi labor, de sabiduría carezco yo, mas corro hacía Aquel que temo y aferro el corazón; Él siempre será la salida y la llegada, siempre será la base al erigir, siempre será la dirección a tomar.
Sin concebir el sentido de las palabras, aquellos que preguntaron, fijaron su mirada en él y escucharon su voz una vez más:
– “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.”
-”Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera.”
El hombre citó así la Palabra de Verdad
Autor de La Pluma Ligera en donde El Libro (La Biblia), El Viento (El Espíritu Santo) y la pluma, dan sentido a este proyecto.
Soy Hijo de Dios, esposo, padre y pastor por llamado y convicción.