El lugar en donde más nos guste estar y aún así no se compararía al lugar dónde debemos estar.
Si te dijeran que para poder escuchar la voz de Dios tienes que navegar muchos kilómetros. ¿Lo harías?
Tal vez estar del otro lado del mundo y hacer una travesía para llegar al lugar donde escucharás la dulce, apacible y sublime voz de Dios, la voz que calma tu pensar y tu caminar. ¿Lo intentarías?
Casi no pensamos en la voz de Dios como un lugar, lo pensamos como Dios omnipresente que siempre está a nuestro lado, y así es, pero… ¿Qué pasa cuando no lo escuchamos? ¿También sigue a nuestro lado? o ¿Nos hemos alejado?.
Bíblica y teológicamente siempre está a nuestro lado y es un hecho, pero nuestra alma y espíritu pueden estar lejos del lugar donde debemos estar, junto a Él.
Consideremos por un momento a la voz de Dios como el lugar donde debemos estar, porque es ahí, cerca de Él, que podemos escucharle más claramente.
Tal vez exista una distancia larga entre el lugar donde estamos y el lugar junto a Dios, pero la travesía lo vale para que Su voz clarifique nuestra mente y ahuyente al enemigo, por eso es necesario estar cerca de Él.
Para la travesía necesitamos un medio de transporte total y absolutamente espiritual, no hay otro medio para llegar, no hay formas diferentes o inventadas por alguna persona para acercarnos, toda la travesía depende del Espíritu Santo, Quien sabe navegar perfectamente en esas aguas. Es el lenguaje espiritual que nos llevará cada vez más cerca de la voz de Dios, esto entonces nos da una pista para lograrlo y nos dice que para escuchar, primero hay que hablar… en el espíritu y guiados por el Espíritu.
Sí, el orar en el espíritu y guiado por el Espíritu nos acerca a Dios, nos vuelve cercanos y al estar cerca podemos escuchar mejor su voz, si navegas lo necesario te encontrarás en el lugar donde Él está, el lugar donde debemos estar.
Navega lo que tengas que navegar hasta escuchar Su voz. Ora en el espíritu el tiempo que sea necesario para llegar a Su voz, a Su lugar.
Autor de La Pluma Ligera en donde El Libro (La Biblia), El Viento (El Espíritu Santo) y la pluma, dan sentido a este proyecto.
Soy Hijo de Dios, esposo, padre y pastor por llamado y convicción.