Sientes el clima frío en el ambiente, la piel erizada por la baja temperatura; lo primero que haces es buscar un una cobija, un suéter, algo que caliente tu cuerpo o parte de él. Olvidas cubrir tu cabeza y buscas un gorro, de esos que llamas calientitos, no puedes seguir durmiendo, son las 3 A.M. te levantas y tu pie toca el piso helado, buscas tus pantuflas abajo de la cama, caminas hacia la cocina y preparas un café, percibes el aroma, acercas la taza llena a tu nariz, tomas el primer trago y tus pupilas se dilatan, lo que provoca que “despiertes” y recuerdes que es nochebuena.
Ahora tu mente se llena de pendientes del día.
Decides respirar profundamente y terminar tu café.
Cierras tus ojos por un momento, percibes algo en tu corazón, va en incremento, late más fuerte, algo arde dentro de ti, ahora sabes que es tu llamado.
Te preguntas si tendrá alguna relación a la noche buena mientras caminas a la sala.
El llamado implica doblar rodilla.
Elevas tus primeras palabras de alabanza y tu corazón late más fuerte.
Tu pensamiento te lleva al evento sobrenatural del nacimiento de Jesús, hace dos mil años; hay una razón. Tienes algo que recibir de lo alto.
Abres tu Biblia y lees lentamente cada palabra en Isaías 7:14
“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”
Dios con nosotros.
¿Qué has recibido de lo alto?
Autor de La Pluma Ligera en donde El Libro (La Biblia), El Viento (El Espíritu Santo) y la pluma, dan sentido a este proyecto.
Soy Hijo de Dios, esposo, padre y pastor por llamado y convicción.